Casa Cher / BAK Arquitectos
Ubicación Mar Azul, partido de Villa Gesell, provincia de Buenos Aires, Argentina Proyecto y dirección María Victoria Besonías, Luciano Kruk Colaboradores Sebastián Indri, arq. Leandro Pomies Superficie del terreno 600 metros cuadrados Superficie construida 105 metros cuadrados Año de construcción 2009 Memoria María Victoria Besonías Proponer alternativas que garanticen la […]
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Ubicación
Mar Azul, partido de Villa Gesell, provincia de Buenos Aires, Argentina
Proyecto y dirección
María Victoria Besonías, Luciano Kruk
Colaboradores
Sebastián Indri, arq. Leandro Pomies
Superficie del terreno
600 metros cuadrados
Superficie construida
105 metros cuadrados
Año de construcción
2009
Memoria
María Victoria Besonías
Proponer alternativas que garanticen la supervivencia de los entornos naturales
Esta obra es el resultado de un proceso que se inicia con la construcción, en el año 2004, de una casa de veraneo en el bosque de Mar Azul. Se trata de un tipo de arquitectura llevada a cabo con mínimos recursos, tanto materiales como formales, no sólo como elección estética sino también como principio ético de valoración de un uso más racional de los variados recursos disponibles. Esa arquitectura despojada debía incorporarse al paisaje con voluntad de pertenencia, buscando integrarse a esa realidad preexistente. Para que esto suceda es necesario “saber escuchar» lo que el sitio comunica, de manera que los primeros acercamientos deben estar libres de prejuicios respecto del mismo para poder captar no solo los datos tangibles y por lo tanto calificables y mensurables, sino aquellas atmósferas que el lugar brinda y que sólo podremos percibir si nuestra mirada está libre de preconceptos sobre el mismo. Esto quiere decir practicar el ejercicio de «ver por primera vez». Considerar los datos, dejarse invadir por esas sensaciones que el lugar suministra e imaginar cómo el propio proyecto los capitaliza, es fundamental para que arquitectura y paisaje puedan fundirse.
Los arquitectos habían practicado este ejercicio (casi como un vicio profesional) veraneando en Mar Azul en reiteradas oportunidades, de manera que valoraban la potente presencia paisajística de su bosque, las sensaciones que suministran sus continuos cambios en el tiempo, pero además habían experimentado el microclima que provee: la atenuación de los fuertes vientos marinos que se producen debajo de los árboles, la sombra constante que estos suministran protegiendo del calor en verano aunque produciendo un ambiente muy húmedo en invierno, y algo que para los arquitectos fue determinante en la toma de decisiones a la hora de proyectar, el hecho de que bajo los pinos se ve reducida notablemente la cantidad de luz durante todo el año. También sabían que el bosque no requiere de mantenimiento, salvo remover la vegetación seca, si no se introducen nuevas especies que rompan esa armonía.
Aprovechar lo que el ambiente ofrece
Reconocer este particular microclima (junto con el bajo presupuesto disponible y la necesidad de mantenimiento nulo de la casa) fue determinante de las decisiones estético-constructivas que definieron la obra. La necesidad de captar la luz dio lugar a concebir esa primera obra como un “semicubierto” y resolverla entonces con grandes paños de vidrio que desde adentro posibilitaran vistas en todas direcciones y desde afuera reflejaran el paisaje haciendo que la casa se mimetizara con el mismo.
La necesidad de acelerar los plazos de ejecución de la obra y evitar su mantenimiento posterior llevó a los arquitectos a construir con hormigón a la vista. La sombra reinante por otro lado les permitía utilizar este material ya que la misma suministra suficiente protección térmica desde la primavera hasta entrado el otoño. Su acondicionamiento para el invierno no era demasiado relevante (aunque por supuesto estuvo previsto) ya que su uso es muy limitado dada su condición de casa de veraneo. La aislación hidrófuga se resolvió con un hormigón de gran compacidad y con un estudio de la forma de la envolvente para que la evacuación del agua de lluvia se realizara muy velozmente.
Usar de manera sensata los recursos disponibles
La calidad expresiva del hormigón visto y sus propiedades de resistencia e impermeabilidad ya mencionadas, hicieron innecesario cualquier tipo de acabado superficial, lográndose un bajo costo de ejecución en las terminaciones sin necesidad de mantenimiento futuro. Por otro lado el color y la textura del hormigón realizado con encofrado de tablas de madera resultó de una presencia contundente y mimética a la vez, permitiendo que la obra se exprese en armonía con el paisaje. Es síntesis, una envolvente de dos únicos materiales – hormigón y vidrio – resuelve la integración con el paisaje y da respuesta a los temas formales, estructurales, funcionales, de terminaciones y de mantenimiento.
Con idéntico criterio la resolución de las actividades al aire libre fue el resultado de realizar la menor operación sobre ese ambiente. Se evitó todo tipo de ajardinamiento no sólo por la comodidad de no mantenerlo sino para evitar dejar expresado límites innecesarios en un paisaje por ahora poco construido, ni sectores contrastantes con las características paisajísticas del este ambiente privilegiado.
Interrogantes
La propuesta que los arquitectos vienen realizando en el bosque de Mar Azul, tan preocupada en integrarse a ese ambiente que la origina, y tan alejada de los estereotipos del lugar, ha encontrado muy buena aceptación. Son varios los encargos de casas con un pedido expreso de repetir la misma solución estético constructiva y que valoran tanto las decisiones sobre un uso mas relajado de la vivienda, como la falta de mantenimiento de la construcción. Esto es, sin duda, muy gratificante para los arquitectos pero a su vez nos plantea una serie de interrogantes que se convierten en materia de reflexión en cada nuevo pedido. Dejarlos planteados es una manera de empezar a buscarle solución.
¿Si la propuesta se presenta funcional tanto a la unidad ambiental como a los requerimientos estéticos, de uso y de mantenimiento de los comitentes, es válido buscar una nueva solución sin otra justificación que no sea probar con algo diferente, apostando sólo a la novedad?
Si por el contrario se opta por continuar haciendo casas de hormigón visto ¿es lícito producir cambios en su apariencia utilizando por ejemplo un encofrado fenólico, manipulando la superficie de terminación con acabados especiales o usando hormigones coloreados? Todos estos procedimientos ¿no son maniobras de carácter puramente decorativo que van contra los principios de austeridad y sencillez que dieron origen a la propuesta?
Repetir esta propuesta de materialidad como un prototipo donde se reelabore con cada encargo su pertenencia al paisaje y las diferentes maneras de habitarlo ¿no parece lógico y éticamente correcto?
¿Ese sería entonces el desafío de cada nuevo proyecto? ¿Concentrarse en adaptar este prototipo a los usos específicos de cada comitente y a las particularidades de su entorno? ¿Insistir cada vez con mas fuerza – ayudados por la trascendencia- en que lo que allí se construye no puede romper con la unidad paisajística que representa ese bosque? ¿Insistir en encontrar la manera de transformar cada casa en “nido o madriguera“?
Con estos interrogantes los arquitectos encararon la Casa Cher.
El lugar
El terreno de 20 metros por 30 metros sobre el que debíamos intervenir se encuentra en el borde de la urbanización del bosque de Mar Azul frente a un gran predio de características paisajísticas similares. Este territorio de médanos fijados por acacias y pinos marítimos aún no ha sido loteado y para los comitentes esa condición era una característica muy valorada ya que todo hace suponer que se mantendrá así por un largo tiempo y ellos podrán disfrutar de vistas a un paisaje privilegiado sin construcciones que lo modifiquen. El lote, algo más elevado que los terrenos lindantes, no presenta diferencias de nivel muy marcadas. Su superficie es suavemente ondulada y está muy forestado.
El encargo
Los comitentes, un matrimonio con dos hijos adolescentes, habían prometido en el 2004, cuando descubrieron la primera obra de los arquitectos en Mar Azul, que iban a comprar un lote para que les hicieran una casa de las mismas características. En el 2008 lo concretan y fieles a la promesa encargan su vivienda de veraneo. La misma debía tener aproximadamente 100 metros cuadrados, estar muy integrada al paisaje y aprovechar las vistas privilegiadas al bosque vecino.
El programa
Necesitaban contar con dos dormitorios, dos baños, uno de ellos en suite y un lugar común (con la cocina integrada) lo más generoso posible. Los arquitectos les sugirieron que, dado que los hijos eran adolescentes, parecía lógico brindarles la posibilidad de tener dormitorios separados pero como la superficie no podía aumentarse se planteó hacerlos angostos, tipo camarote. La idea les pareció aceptable siempre y cuando esos espacios no resultaran muy encerrados.
La propuesta
El relieve particular del lote, las vistas lejanas a ese bosque no urbanizado y la particularidad de la composición familiar, son los temas que hacen singular a esta casa con una propuesta estético-constructiva similar a las otras construidas por el estudio en Mar Azul.
Dentro de una volumetría elemental (un prisma con su lado mayor paralelo a la calle) se resolvió una organización de espacios a medios niveles que aprovechan la natural ondulación del predio. Es así que los dormitorios se proyectaron en dos plantas para de esta manera ofrecer mayor independencia entre las actividades de los padres y los adolescentes.
A medio camino entre estos lugares de descanso se planteó la zona de reunión de la familia, vidriada en sus lados mayores buscando las vistas lejanas al bosque vecino y al paisaje del propio lote. Todos los ambientes en contacto con el terreno se prolongan al exterior mediante decks a diferentes alturas relacionados entre sí con una escalera.
La organización funcional
Se accede a la planta principal de la casa salvando un desnivel a través de una escalera de hormigón. Una vez atravesada la puerta de entrada y desde un pequeño hall se observan los dos tramos de escaleras que llevan, medio nivel hacia arriba, al dormitorio principal con su baño incorporado y medio nivel hacia abajo, a un espacio de doble altura semi-enterrado en el médano desde el que se accede al baño general y a los dormitorios camarotes. Desde estos se puede salir a un patio también semi-hundido que sirve de expansión de los mismos pero sobre todo es utilizado como recurso para hacer indefinido el cierre de uno de los lados y que de esa manera queden también integrados al paisaje. La planta de acceso es un espacio único donde mediante diferencias de altura y tabiques de hormigón quedan definidos los lugares para cocinar comer y estar.
La construcción
La vivienda se desarrolla dentro de un prisma de hormigón y vidrio que no destaca los diferentes niveles en que está resuelta. Para eso dos grandes vigas que recorren los lados mas largos se van resolviendo como simples o invertidas permitiendo así diferentes posiciones de la losa de cierre. En el sector del estar comedor esta situación se aprovecha para crear con la diferencia de altura no sólo sectorizaciones funcionales sino también vistas hacia la copa de los árboles en la separación entre losas. Se utilizó un hormigón H21 con el agregado de un fluidificante para que esta mezcla con escasa cantidad de agua al fraguar resulte de mucha compacidad y no requiera de impermeabilización. Los tabiques interiores de ladrillos huecos están revocados y pintados con latex blanco, el piso es de paños de alisado de cemento divididos por planchuelas de aluminio. El encuentro entre muros y el suelo se resolvió con un perfil rehundido de aluminio a manera de zócalo. Las aberturas son de aluminio anodizado color bronce oscuro. El sistema de calefacción, dado que no existe gas natural en la zona, se resolvió con un sistema que combina salamandra, estufas a gas envasado y estufas eléctricas.
Mobiliario
Salvo la cama matrimonial y los sillones y sillas el resto del equipamiento de esta vivienda está resuelto en hormigón. Incluso las camas de los dormitorios camarotes son losas perforadas resueltas en voladizo.