Casa La Rufina / Arquitecto Santiago Viale Lescano
El proyecto se desarrolla en un terreno de 1100 metros cuadrados, ubicado camino a las serranías cordobesas en la localidad de La Calera. Está inserto dentro de una loma que mira hacia un valle propio del barrio, con una orientación noroeste con 15 metros de desnivel entre el frente y […]
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El proyecto se desarrolla en un terreno de 1100 metros cuadrados, ubicado camino a las serranías cordobesas en la localidad de La Calera. Está inserto dentro de una loma que mira hacia un valle propio del barrio, con una orientación noroeste con 15 metros de desnivel entre el frente y el fondo.
El barrio se caracteriza por tener una topografía con abruptas pendientes por lo que, en una primera instancia, se pensó en buscar una estrategia que permitiera lograr un espacio plano donde asentar la casa. Esto implicaba una operación aparentemente inteligente que implicaba, excavar la montaña al fondo del lote y con eso rellenar al frente, lo que nos daba como resultado el tan preciado espacio plano para apoyar la arquitectura. Esta solución utilizada en la mayoría de los casos generaba por un lado, un daño importante en la topografía natural, que se veía agredido por la excavación, y por otro, patios de casas cuya fachadas traseras dan la vista a una montaña “mordida “.
No convencidos con el daño que provocaba esta intervención, recurrimos a la idea corbusierana de elevar todo el volumen de la casa sobre la topografía y dejar pasar la montaña por debajo logrando el espacio plano necesario, de manera artificial, a través de la realización de dos losas, “piso y techo” ambas apoyadas sobre columnas de hormigón.
El movimiento topográfico del entorno genera una diversidad de perspectivas debido a la fuerte articulación de la misma. Un ejemplo interesante de esto es cuando vemos la casa desde la calle del frente, desde donde la pendiente que pasa por debajo de la planta de la casa se empieza a aplanar por efecto de la perspectiva y se ve a través de las transparencias como envolventes verticales verdes.
Esta opción genero una relación más integrada y respetuosa de la montaña y establece un diálogo no impostado entre el sitio y la obra. Esto es importante, ya que es una de las mayores preocupaciones del estudio, “la inserción de la obra en el sitio”.
El volumen arquitectónico se resuelve rectangular, suspendido, dejando por debajo un espacio que es aprovechado como cochera, lavadero y espacio tipo semi-cubierto. Sobre el plano noble se propuso un ingreso por el sector izquierdo a través de una escalera con un pequeño hall de ingreso semi-cubierto, desde donde se accede al estar comedor. Los dormitorios se organizaron hacia el frente, aprovechando las mejores orientaciones y visuales, en el contra-frente se dispusieron, cocina, baños y vestidor.
Las envolventes se plantearon en gran parte de hormigón visto, con pliegues que arman parasoles. Estos durante el verano, cuando el oeste se recuesta más girado hacia el frente de la fachada, generan una serie de sombras sucesivas aminorando el impacto de la radiación solar y haciendo viables las grandes superficies vidriadas propuestas. La envolvente del sector posterior de la casa, como la cocina, está revestida con vidrio laminado 5+5 con pvb opalino, que luego continua hacia los baños haciendo de cerramiento traslúcido.
El interior de la casa está teñida de una idea de contraposición muy fuerte entre lo extremadamente rústico del hormigón visto sin curar, donde por momentos se ven los áridos y la mezcla como si todavía estuvieran en movimiento bajando para asentarse, en contraste con la tabiquería interior blanca enyesada que surgen de un piso blanco de microcemento, que no llega hasta la losa separándose apenas lo suficiente para generar una tensión entre ambos materiales, funcionalmente resuelto con fajas vidriadas.
Así como la inserción en el sitio es un tema importante a tratar en los proyectos también los es, después de las enseñanzas del Arq. Cesar Naselli, la forma en que ingresa la luz al interior del edificio, sublimando los espacios con climas especiales y cambiantes de acuerdo a las horas y estaciones del año. Esto se logró a través de un volumen revestido en madera, ubicado sobre la escalera interior, sobre el cual refleja la luz tiñendo el interior de una luz cálida.
Las diez columnas que conforman la estructura de la vivienda están dispuestas de manera tal que arman una trama de vigas invertidas capaces de sostener pequeñas losas macizas, logrando de esta forma que el aspecto inferior de la losa se vea de hormigón visto y sin vigas colgadas. La disposición de estas genera espacios tipo piletones que se rellenaron con molones de telgopor, logrando así resolver el problema de la aislación térmica inferior que se produce debido a que el piso que se encuentra volando y en contacto con el exterior.