Centro Cultural “Gandiaga Topagunea” / AH Asociados

Situación: Santuario de Arantzazu. Oñati, Guipuzkoa (Latitud: 42°58’47.63″N, Longitud: 2°24’4.86″O) Autores del proyecto: Miguel A. Alonso de Val, Rufino J. Hernández Minguillón Colaboradores: Juan Biain, Isabel Gordoa, Francisco Trujillo, Jesús Sanz, Juan Oroz, Patricia Biain, Miguela Modrego, Eduardo Ozcoidi, Juan Manuel Filice, Pablo Branchi Aparejadores: Michel Aldaz García-Mina, Saioa Iñurrategui […]

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Situación: Santuario de Arantzazu. Oñati, Guipuzkoa (Latitud: 42°58’47.63″N, Longitud: 2°24’4.86″O)
Autores del proyecto: Miguel A. Alonso de Val, Rufino J. Hernández Minguillón
Colaboradores: Juan Biain, Isabel Gordoa, Francisco Trujillo, Jesús Sanz, Juan Oroz, Patricia Biain, Miguela Modrego, Eduardo Ozcoidi, Juan Manuel Filice, Pablo Branchi
Aparejadores: Michel Aldaz García-Mina, Saioa Iñurrategui Olalde, Fernando Aspiazu Ugarte, Ana Moral García, Edurne Urcelai Azpiazu, María López Morquecho


Ingeniería: GE& Asociados
Promotor: Provincia Franciscana de Arantzazu
Contratista: Por gremios. AH& project management
Fotografía: José Manuel Cutillas – Proyectar, Gotzon Aramburu
Fecha proyecto: Marzo, 2002
Fecha finalización: Junio, 2005


Superficie construida: 8.400 m2
Superficie urbanización: 22.900 m2
Fotógrafos: José Manuel Cutillas-Proyectar y Gotzon Aramburu
Premios: Premio COAVN 2007. Finalista Diseño Urbano y Paisajismo; Biennale Internazionale di Architettura “Barbara Cappochin” Edizione 2007, Sección internacional: obra seleccionada; Premio Internazionale “Dedalo Minosse” alla Committenza di Architettura 2008. Obra seleccionada


Recuperar una de las señas de identidad de Arantzazu: El diálogo intenso entre naturaleza y arquitectura, ha sido el objetivo fundamental del proyecto de renovación ejecutado entre los años 2002 y 2005, que busca reducir la presencia de los grandes edificios construidos en los años sesenta y recuperar una relación equilibrada con el magnífico entorno natural e histórico que rodea el Santuario de Arantzazu, para crear espacios de respeto, sorpresa y contemplación.



Un nuevo edificio denominado “Gandiaga Topagunea” se eleva sobre la estructura recortada de un enorme seminario construido en los años sesenta y se integra en el paisaje como una secuencia de volúmenes que, apoyados en el magisterio de Oiza y Oteiza, se maclan hasta formar una roca construida que trepa por la ladera para integrarse en la sección del entorno.


Al mismo tiempo, se trocea para adaptar su escala a las perspectivas de los nuevos caminos y se perfora con huecos que orientan las vistas o se abre mediante cortes que insinúan la presencia interior de nuevos espacios destinados al encuentro con la sociedad civil y al diálogo entre fe y cultura.



El edificio se apoya en un viejo basamento de hormigón apiconado y mampostería tosca de piedra caliza gris que se potencia con la eliminación de barandillas metálicas para ser un elemento unitario que se integra en un paisaje de roca que recupera antiguas simas y espacios mirador o puente al acoger los restos del derribo de las viejas estructuras, en una actuación pionera de recuperación selectiva y medio-ambiental.


Sobre él se despliegan los nuevos volúmenes de hormigón prefabricado, tratado como grandes volúmenes pétreos del color de la caliza de Lastur que cubre la portada de la Basílica. En relación con ella, la carpintería de huecos profundos se resuelve con marcos y rejas de chapa de acero oxidada y carpintería de aluminio gris que se abren sobre una sucesión de terrazas de piedra artificial que respetan la cualidad abstracta del conjunto.

El perfil del edificio se ajusta al entorno mediante una doble operación de limitación y contraposición. Limitación de los volúmenes que se despliegan al terminarse con un plano inclinado que los orienta hacia el eje central de circulación. Contraposición entre las piezas que afirman el eje este-oeste de los caminos y las que se elevan sobre ellas en la dirección norte-sur de los cortados sobre el barranco.


Una obra que trata de integrarse en el mismo espíritu que acompañó la gran aventura de modernización artística y religiosa de la Basílica en los años cincuenta, una apuesta por identificar las raíces originales de este lugar franciscano, al tiempo que se levanta, sobre una vieja estructura obsoleta como en tantos otros momentos de su historia, un edificio cuya construcción, mediante unas técnicas más contemporáneas de estratos superpuestos, muestra la voluntad de diálogo entre tradición y modernidad que siempre ha caracterizado al Santuario de Arantzazu.

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