Amsterdam, el lugar de las bicicletas
Casi como un accesorio obligado en la postal de la ciudad, las bicicletas exigen atención. Tal como ellos declaran, son la capital de las bicicletas en donde los ciclistas son los que tienen la prioridad. Ya sea invierno o verano, es normal ver las calles llenas de personas que se […]
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Casi como un accesorio obligado en la postal de la ciudad, las bicicletas exigen atención. Tal como ellos declaran, son la capital de las bicicletas en donde los ciclistas son los que tienen la prioridad.
Ya sea invierno o verano, es normal ver las calles llenas de personas que se mueven sobre dos ruedas. Y no sólo los lugareños, sino también los turistas que tienen la posibilidad de alquilar bicicletas por el día para conocer la ciudad desde otra perspectiva.
Ver las veredas abarrotadas con distintos modelos, formas y tamaños de bicicletas, es parte de la esencia de la ciudad, que se llena de colores no sólo cuando florecen los tulipanes, sino también por los ciclistas que pasan como rayos entre los distraídos transeúntes.
Lo cierto es que más allá de la belleza que estos vehículos pueden aportar a sus calles, también tienen su costado peligroso. Con más de 10.000 kilómetros en bicisendas y carriles exclusivos prácticamente por toda la ciudad, ellos son los dueños de la calle y los que no lo ven, pueden sufrir las consecuencias. Es muy común que se produzca algún choque entre un turista y un ciclista que está llegando a destino. Otra imagen típica, es ver una bicicleta caer al canal; ya sea porque se estacionan en cualquier lado (incluidos puentes y límites de las calles) o por la cantidad de accidentes que se producen cuando alguna no llega a frenar; en cualquier caso, cada vez que se limpian los canales, el estado declara que lo que más encuentran, son bicicletas.
Las bicicletas se han convertido en un ícono de la ciudad, en donde se invita a todos a subirse a una de ellas y vivir la experiencia como local: salir a recorrer, llevar a los niños y hasta pasear a los perros montados en bicicleta. Una ciudad que vale la pena conocer, aunque sólo sea para observar este fenómeno.