Edificio MZ3268 / Estudio Cubero Rubio

Proyecto y Dirección Arq. Juan Pedro Rubio, Ing. Agustín Cubero Colaboradores Arq. Juan Pablo Castellano, Arq. Martín Rabbordi, Arq. Andrea Anselmo, Fabián Dejtiar. Federico Saraceno, Arq. Romina Garino, Arq. Gabriel Schesak, Arq. Brian Gorban, Arq. Maia Lax, Arq. Ayelén García Palma, Lic. Leonardo Trabattoni, Lic. Mailen Pellegrino. Ubicación Ciudad Autónoma […]

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Proyecto y Dirección
Arq. Juan Pedro Rubio, Ing. Agustín Cubero
Colaboradores
Arq. Juan Pablo Castellano, Arq. Martín Rabbordi, Arq. Andrea Anselmo, Fabián Dejtiar. Federico Saraceno, Arq. Romina Garino, Arq. Gabriel Schesak, Arq. Brian Gorban, Arq. Maia Lax, Arq. Ayelén García Palma, Lic. Leonardo Trabattoni, Lic. Mailen Pellegrino.
Ubicación
Ciudad Autónoma de Buenos Aires – Argentina
Año
2015
Superficie construida
(m2) 1606.65
Proveedores / Productos
Abelson S.A. (materiales para la construcción)
Arma Ferro (acero para construcción)
Cerámica Quilmes (ladrillos)

Emplazado en el barrio de Belgrano R y rodeado de un paisaje urbano heterogéneo —producto de la diversidad de densidades, épocas y normativas— la obra se adapta al entorno completando el frente de un lote de 12,5 metros de ancho por 50 metros de fondo. La relación con la ciudad se fortalece al liberar la planta baja, dando continuidad a la vegetación por debajo del edificio e incorporando a la atmósfera característica del barrio el verde del patio central y el centro libre de la manzana.


El proyecto se trata de un edificio de viviendas de densidad media. Combina el habitar colectivo contemporáneo con la individualidad y libertad propias de la escala barrial.
Se compone de dos volúmenes de cuatro niveles despegados del nivel cero, enfrentados y comunicados entre sí a través de pasarelas y escaleras semicubiertas.

Su implantación permite no sólo aprovechar las virtudes propuestas por la normativa y el terreno, sino también generar una mayor superficie disponible para iluminación y ventilación de los ambientes principales.

Cada uno de los bloques está compuesto por: una planta baja libre, que permite alojar en su totalidad los accesos peatonales, vehiculares y de locales de servicio, así como espacios de guardado de coches y bicicletas; cuatro plantas que albergan el programa de viviendas con un total de 21 unidades de 1, 2, 3 y 4 ambientes; y dos terrazas, una de uso común y otra privada.

Todo el conjunto se organiza a partir de un gran patio central que es atravesado y recorrido por el sistema circulatorio de pasarelas peatonales y escaleras. De este modo se lo vivencia casi de manera permanente, generando un estrecho diálogo entre interior y exterior. El espectador deja de serlo para convertirse en protagonista y así apropiarse de los espacios, transitándolos y observándolos desde las distintas perspectivas propuestas. Este espacio descomprime la separación entre los bloques a la vez que organiza el sistema de acceso a las viviendas.


Los balcones y terrazas son un valor agregado en todas las unidades. De proporciones generosas y materiales contemporáneos, sirven de espacio intermedio y permiten que las funciones del interior se extiendan hacia el exterior. Se trabaja con el balcón en voladizo como expansión de la vivienda, elemento característico de la ciudad de Buenos Aires. La relación entre sus componentes —estructura resistente, losa en voladizo, baranda, revestimiento, sistema de filtros—servirá como material de proyecto y permitirá apreciar resoluciones en función de los problemas constructivos y de la búsqueda del compromiso estético deseado.

Hacia la fachada principal del conjunto y en el sistema circulatorio central, se dispone una trama de filtros metálicos que determinan no sólo una especial característica formal y visual, sino también una herramienta eficaz para el control de la relación de la expansión interior con el complejo espacio urbano y del sistema de circulación con el interior de las unidades. Estos elementos, que conformarán la materialización del primer límite de la vivienda con el exterior, fueron utilizados como un recurso expresivo que permitió potenciar las cualidades espaciales.

Sin exaltaciones simbólicas ni excesos retóricos, el uso de los elementos de arquitectura pretende ser tanto discreto como eficaz: se trabaja con hormigón armado, ladrillo cerámico —revocado o revestido—, acero, aluminio, madera y vidrio; materiales nobles que garantizan una permanente vigencia y durabilidad.

Las lógicas conceptuales a partir de las cuales cristalizó el esquema final del proyecto forman parte de un trabajo material y profesional que tuvo como objetivo organizar tanto la forma como el espacio. Como resultado de este proceso, se logró establecer un orden rector entre las distintas partes del edificio, totalizando una síntesis arquitectónica entre imagen, esfuerzos, resoluciones a los requerimientos humanos y aporte al entorno urbano construido.

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