Fusión de estilos / Oppel Arquitectura
Las imágenes de las casas soñadas y de la vida en otras latitudes se combinan para integrar el escenario de la cotidianeidad. Cuando la arquitectura permite trasmutar sueños en realidades. Una espléndida residencia que fusiona la imagen de casas prototípicas de la Bella Italia, ingredientes de las tradicionales moradas españolas […]
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Las imágenes de las casas soñadas y de la vida en otras latitudes se combinan para integrar el escenario de la cotidianeidad. Cuando la arquitectura permite trasmutar sueños en realidades.
Una espléndida residencia que fusiona la imagen de casas prototípicas de la Bella Italia, ingredientes de las tradicionales moradas españolas y resabios de la arquitectura mexicana tradicional. La cultura del país de los aztecas es bien conocida por los comitentes, que vivieron allí durante un tiempo. Las imágenes que acercaban al Estudio durante el proceso de diseño remitían a esta variedad de imaginarios: tejas españolas, tonos tierra, plantas de cactus, rejas trabajadas, reminiscencias de Legorreta, detalles coloniales.
Los techos resueltos con tejas españolas dispuestas en random de tonos y rematadas con molduras recrean el clima colonial de las casas tradicionales mexicanas.
Con inspiración en este repertorio, el Estudio diseñó una casa de una gran armonía visual y espacial, pensada para un terreno privilegiado con vistas abiertas hacia una cancha de golf.
La base de la decoración fueron buenas piezas de mobiliario acumuladas durante el periodo en el extranjero. Para complementarlas, se realizó un relevamiento exhaustivo de la oferta disponible y se realizó una propuesta que integraba este material existente con los parámetros alentados por la arquitectura. Terminaciones de gran calidad a nivel de la piel interior sellaron el interiorismo.
Desde el lugar elegido para habitar en familia, la casa logra evocar las imágenes soñadas. Misión cumplida.
En una casa suburbana el quincho tiene una importancia vital. No se trata de un comedor más, sino que es toda una ceremonia la que recrea, tradición esencial, por cierto, en la cultura vernácula. Desde este quincho, asentado en una de las galerías de la casa y con acceso directo al sector de cocina, el tiempo de preparación del asado se convierte en un momento de disfrute. Una parrilla gastronómica con horno de pan y amplios espacios de guardado en hierro fundido completan el equipamiento. En tanto una mesa alta y banquetas permiten que el anfitrión y sus invitados gocen de una picada y unos buenos tragos mientras atienden los fuegos. Un placer bien argentino, en su versión más apetecible.