Langarita Navarro
Los restaurantes de carretera son una rara especie dentro del cada vez más prestigioso mundo de la restauración.
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Lugares en los que se superpone el carácter de infraestructura adaptada al flujo comercial, informacional y social de la red de carreteras; con el de los escenarios míticos de road movies y literatura. En los últimos años, sus estructuras han evolucionado para convertirse en ofertantes de servicios para eventos de gran formato sin que eso haya implicado algo más que un cambio de escala. El proyecto asumía como reto cambiar esa tendencia y pensar en la construcción de una estructura capaz de administrar un programa en constante reorganización con la presencia de un público heterogéneo y unas expectativas de uso diverso. Un espacio flexible capaz de constituirse en escenario de casi cualquier tipo de actividad. Es decir, convertir un restaurante de carretera en una infraestructura versátil para eventos y comidas.
Lolita se encuentra, en la Almunia de Doña Godina, en la salida 270 de la Autovía A-2, en una posición estratégica desde un punto de logístico entre las rutas comerciales Madrid-Barcelona y Valencia-Bilbao, a escasos kilómetros de diferentes núcleos de población y en las inmediaciones de las instalaciones universitarias de la EUPLA. El edificio pretende explotar la variedad y el mestizaje de actividades, atendiendo por un lado a los diferentes grupos de usuarios y por otro, la diversidad en los tiempos de permanencia que van desde los 10 minutos de café del visitante ocasional, la comida del colectivo fidelizado que sigue rutas comerciales, el tiempo de descanso obligatorio de los transportistas, las tardes de estudiantes que aprovechan las redes wifi o el día completo de los invitados a una celebración.
El proyecto se configura como un espacio acumulativo de experiencias en el que, a partir de la vinculación de dos sistemas autónomos y diferenciados, se ha explorado la compatibilidad del modelo de planta libre con el modelo de espacios específicos y determinados.
El sistema blando configura un espacio continuo, de geometría irregular y perforado con patios en el que las agrupaciones de mobiliario, a modo de campamentos, y la iluminación flexible posibilitan diversos modos de organización. El interior queda caracterizado por una losa de hormigón estampado/semiperforado y por la madera, vidrio y policarbonato de los paramentos verticales. La fachada es una cinta doble de sección variable que establece una relación dinámica y variable con el espacio exterior, posibilitando un barrido completo del paisaje circundante al mismo tiempo que crea, en el interior, un complejo juego de reflejos y transparencias.
El sistema rígido es una acumulación de cajas especializadas, construidas mediante placas alveolares de 8 metros de longitud y paredes de fábrica, que acogen programas específicos y en cierto modo ritualizados. En el interior los espacios están customizados combinado los criterios del programa con elementos extraídos de la cultura popular. El sistema se vincula con el entorno mediante vistas escogidas y fragmentadas, generando una imagen hermética, que permite utilizar las grandes superficies ciegas como soporte informativo de carretera.
En el proyecto, la agrupación de sistemas construye una nueva instalación en el paisaje que acumula imágenes de los referentes cercanos (naves industriales, invernaderos, cobertizos, aparcamientos improvisados de camiones, carteles de carretera) para ampliar el concepto de equipamiento de carretera y situarlo más cerca de una infraestructura pública.