Sala de Conciertos en el Imperial Spa

El edificio histórico del Balneario Imperial, finalizado en 1895, fue notable en su época tanto por su arquitectura como por sus tecnologías de spa.

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En la segunda mitad del siglo XIX, se crearon inventos revolucionarios. Thomas Alva Edison inventó la bombilla, Nikola Tesla desarrolló el motor de inducción, Alexander Bell construyó el teléfono, Carl Benz y Gottlieb Daimler introdujeron el primer automóvil con motor de combustión interna, y Henri Giffard diseñó una aeronave dirigible. Durante la misma época, Jules Verne escribió la novela De la Tierra a la Luna, y Claude Monet pintó la icónica Impresión, sol naciente.

El progreso tecnológico y la capacidad de construir complejas máquinas mecánicas de acero también se reflejaron en el diseño del Balneario Imperial. Los arquitectos Ferdinand Fellner y Hermann Helmer incorporaron un mecanismo único para procesar y distribuir turba. La turba se transportaba mediante una cinta transportadora y un elevador desde una planta de procesamiento hasta las áreas de baño de varios niveles. Este eficiente sistema permitía que hasta 2.000 huéspedes por día utilizaran 100 baños, asegurando un rápido retorno de la inversión a pesar de que el presupuesto inicial se había duplicado.

A caballo entre los siglos XX y XXI, el edificio se usó solo ocasionalmente para eventos culturales y poco a poco fue deteriorándose. Se buscaba un propósito significativo que justificara una costosa reconstrucción. Esta situación persistió incluso durante la fase de preparación de las obras del edificio. Finalmente, el inversor decidió transformar el Balneario Imperial en una institución cultural, con una sala de conciertos y usos múltiples como su característica central. Esta sala se ubicó en el núcleo del edificio, en el atrio, que previamente había funcionado como una sala de máquinas utilitaria con la cinta transportadora de turba.

La histórica “máquina de turba” se convirtió en la inspiración para nuestro diseño. Como no se planificó la restauración de las operaciones del balneario y solo se conservaron algunas columnas de hierro fundido de la estructura original, hubo una oportunidad para introducir una nueva “máquina”: en este caso, con tecnología escénica y acústica de última generación. El diseño de la sala funciona como un “transformador”, capaz de adaptar parámetros espaciales y acústicos a las necesidades específicas de cada evento. La sala puede compararse con una “navaja suiza” que ofrece una variedad de funciones.

La sala está equipada con elementos que ajustan el tiempo de reverberación, así como la dirección e intensidad de la energía sonora. La concha orquestal cuenta con una pantalla retráctil que refleja el sonido hacia el público. Paneles triangulares giratorios sobre el escenario pueden reflejar, absorber, dispersar o dirigir el sonido. Paneles de madera sobre una estructura de acero en el piso de la orquesta actúan como resonadores, armonizándose con los instrumentos de los músicos.

La construcción de la sala fue un desafío, ya que no se podían transportar grandes componentes estructurales al atrio. Todas las piezas tuvieron que ensamblarse a partir de elementos más pequeños transportados a través de una abertura en el techo.

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