Skurnik + Drebin / De cómo vieron Estambul

Mezcla perfecta entre su pasado y presente, Estambul se alza como una ciudad, al menos, diferente. Dejando de lado la típica ciudad Europea con sus callecitas y pequeños cafés, Estambul demuestra que es posible conservar las raíces en la opulencia de sus construcciones. Mediante mezquitas, castillos y grandes cisternas que […]

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Ph: David Drebin – «The Bosphorus» 2011

Mezcla perfecta entre su pasado y presente, Estambul se alza como una ciudad, al menos, diferente. Dejando de lado la típica ciudad Europea con sus callecitas y pequeños cafés, Estambul demuestra que es posible conservar las raíces en la opulencia de sus construcciones. Mediante mezquitas, castillos y grandes cisternas que aún conservan las formas originales de cuando estaban en funcionamiento, la ciudad se conforma como una clara combinación de ambos mundos.

Partiendo desde la Plaza Taksim, se destacan locales de ropa que llevan la globalización a este sitio. Las mujeres que atienden al público reciben al cliente vestidas de jean y remera, dejando de lado el típico Burka (la túnica que sigue las reglas del Islam y cubre a la mujer de pies a cabeza, dejando solamente al descubierto la rendija para sus ojos). Del viejo mundo solo se conserva el tranvía de único vagón que atraviesa la calle peatonal principal, e invita a los turistas a subirse hasta llegar al final de su recorrido en la Torre de Gálata.

Ph: David Drebin - "Istanbul Lovers" 2011

Ph: David Drebin – «Istanbul Lovers» 2011

Esta curiosa construcción de más de 65 metros de altura, data del año 1348 y actualmente representa una atracción para todo aquel que pase por allí: se puede entrar y disfrutar de espectáculos en su punto más alto. Sin embargo, más allá de su importancia histórica, la torre está ubicada estratégicamente pasos antes del Puente de Galata, que conecta la parte más moderna de la ciudad, con su parte antigua.

Cruzando el Bósforo, el estrecho que atraviesa Estambul y que permite excelentes vistas de las principales construcciones de época, se puede llegar al lado oriental de la ciudad, como también a su lado más tradicional y probablemente el más famoso.

La Mezquita azul es uno de los íconos que adquiere su nombre por los miles de azulejos que adornan su interior. La cisterna basílica es otro de los principales atractivos ya que alberga construcciones de antaño intactas, como la cabeza de Medusa que aún hoy permanece invertida. La leyenda asegura que si te mirara directamente a los ojos, te petrificaría para siempre.

Partiendo desde la plaza central, Sultanahmet, y siguiendo hasta el Gran Bazar (famoso mercado con más de 4000 tiendas), las construcciones y los locales permanecen fieles a su cultura: las mujeres respetan la vestimenta que dicta su religión y en las tiendas a la calle que conservan sus fachadas antiguas, trabajan hombres vendiendo infinidad de productos, como especias autóctonas. La parte vieja de la ciudad se mantiene fiel a su pasado.

La magia de Estambul reside en la coexistencia de dos mundos, de dos formas de vida que dictan la rutina de todos aquellos que deciden visitarla y que definen su arquitectura que oscila entre lo antiguo y lo moderno.

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