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The Curved White House in Portugal – IVO Tavares Studio

Esta casa se enfrenta a una de las arterias más importantes de la ciudad, la Carretera Nacional EN109.

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Dado que está diseñada para uso residencial, la pieza arquitectónica se materializa en un cuerpo uniforme que, mediante su forma y disposición, se protege del bullicio de la carretera.

La Casa 109 tiene la fachada principal perpendicular al trazado de la carretera, contrastando con la realidad preexistente. De esta manera, la fachada frontal se vuelve ciega, con un espacio verde de transición y protección creado entre ella y la carretera, actuando como una barrera que protege la casa de la contaminación ambiental y sonora generada por esta arteria y al mismo tiempo proporcionando la privacidad necesaria.

El momento de entrada, discretamente realizado por el lado norte, es celebrado por la gran contemplación hacia el sur gracias a las ventanas de este a oeste que abrazan la fachada sur del edificio, la cual está orientada perpendicularmente a la arteria contigua. De esta manera, la pieza arquitectónica, de naturaleza horizontal, asegura un espacio externo lateral que sigue la fachada principal, funcionando como un área verde para el ocio.

Todos los compartimentos están orientados hacia este importante espacio externo, ignorando otras posibles áreas que nunca son tan favorables en términos de la luz natural que proporcionan.

El edificio, con su forma curva, garantiza una protección adecuada contra el viento en el porche, al mismo tiempo que certifica una mayor profundidad del espacio externo en el eje de la casa.

Todas las habitaciones tienen vistas hacia el espacio externo a través del porche, en la planta baja, o de un balcón conjunto, en el piso superior, elementos que proporcionan una fachada uniforme y permiten que el volumen se extienda más allá de sus límites, manteniendo siempre la homogeneidad.

Esta fachada horizontal, tal como lo establece el plan, permite que el cuerpo superior de la casa se eleve y se destaque mediante el retroceso de los límites del suelo, compuesto por muros de color Corten que, junto con las grandes ventanas, se distinguen del cuerpo blanco inevitable de la parte superior del edificio, en un juego donde el equilibrio estructural y la materialidad se mezclan para aligerar un volumen de grandes dimensiones.

Esta pieza simple y sólida pretende posicionarse como una respuesta crítica a las intervenciones en terrenos cercanos a carreteras nacionales, resolviendo el problema de no poder disfrutar de los espacios exteriores y estableciendo la regla que falta para que estas vías tengan una habitabilidad respetable.

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