Sótano familiar / Simone Diseño

Una bodega, un bar, un cine, un living, una pista de baile. ¿Quién dijo que una casa no puede albergar todo eso? Y más: ¿quién dijo que todo eso no cabe en un sótano? Hace rato que sueños así dejaron de ser utopías. Lugar privado de distensión, centro de reuniones familiares y con amigos, un espacio que es una experiencia en sí mismo.

Cristal
Acero
Madera Jequitibá Brasilera
Mármol Marrón Cepillado
Espejo
Raffia
Lapacho
Chapón

En la bodega imperan tres materiales: el acero –protagónico–, el cristal y la madera –ineludible si de vinos se trata. La variedad elegida: jequitibá brasilera. Uno de los mayores desafíos en este sector fue la climatización, para que las colecciones de botellas y de habanos estuvieran a las temperaturas y niveles de humedad ideales.

En la zona de barra las texturas que se destacan son las del mármol marrón cepillado y los espejos. Bajo el bar surge una mesa extensible que flexibiliza las posibilidades de este rincón. El living contiene dos sillones semicirculares que, en determinadas situaciones, conforman una especie de anfiteatro. Desde allí los dueños de casa ven a los más pequeños tocar sus instrumentos en mini-recitales. El lugar también se convierte en pista de baile. De acuerdo a estos usos habituales, las paredes están enteladas con base en placas de goma espuma y tela. Además, el espacio está equipado con un sistema de audio de última tecnología domotizado y con iluminación que incluye efectos de luces led y láser para el baile.

El sector de cine se revistió en raffia negra; el cielo raso se resolvió en un material fono acústico y el cerramiento con cortinas de pana: acústica perfecta. A pesar de tratarse de un sótano, el lugar tiene la luz natural que le llega de un patio interno. En él los muros fueron recubiertos de un revestimiento plástico, se realizó una fuente con chapón rústico soldado en el lugar –con el que también se hicieron los maceteros– y en el piso se generó un deck en lapacho de 4 pulgadas.