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Construir el relato de uno mismo es una tarea difícil. Buscar el significado de aquello que encaramos día a día, encontrar el motivo que nos moviliza para hacer lo que hacemos y entender a quienes están del otro lado de nuestros dibujos es un gran desafío.
Hacemos edificios que nos representan y aportan a una identidad cultural. La arquitectura es nuestra herramienta de participación y estos cuatro edificios son el reflejo de la evolución de pensamientos a lo largo de estos 10 años.
Proyectos de fuerte impronta formal, donde líneas simples y puras dialogan con la sutiliza de los encuentros y los juegos de luces y sombras. Edificios de imagen contundente.
Abordamos el diseño como una disciplina integral donde todo es parte de la comunicación de las ideas, las formas, la estructura, las pieles, la gráfica, los colores y el equipamiento.
Usamos los materiales como texturas y trabajamos con los contrastes. El hormigón de tablas imprevisible unido a la perfección del vidrio, los pisos continuos lisos y reglados con lo aleatorio de la veta de la madera.
Buscamos una arquitectura que surja de la experiencia de las personas en relación al espacio. La manera en que las distintas áreas de un proyecto se vinculan entre sí es la materia que nos permite moldear el vacío. La complejidad de estas relaciones y la fluidez en su articulación genera el clima, aquello que no puede leerse en los planos, ni mostrarse con dibujos.
Creemos en el HACER como método de aprendizaje y en el desarrollo de todo tipo de proyecto para ejercitar la profesión.
Elegimos trabajar con alumnos de la facultad lo que nos lleva a transmitir las cosas desde un lugar docente, esto nos obliga a clarificar constantemente los pensamientos para poder volcarlos de manera clara.
Por último, creemos en la honestidad intelectual como forma de trabajo, en la concepción de una obra como el fruto de personas que se unen con el objetivo de hacer el mejor edificio que se pueda. El propio.